viernes, 18 de abril de 2008

Espiando el ayer tan lejano,
trato de nombrarte,
las palabras terminan agusanadas
como tierra podrida en mi boca.

Me envuelve tu silenciosa presencia,
sombra melancólica que envuelven mis noches.

Me arrincono llorando como Apolo
la imposibilidad del amor
y en vez de luna me alumbra el eco de la palabra melancólica...

Medea

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