sábado, 31 de mayo de 2008

Una calurosa tarde de Agosto

Fui a buscarla a la salida del trabajo. Tuve que indagar, pero no me costó demasiado conocer su horario y el lugar de trabajo. Así que, diligentemente, unos 5 minutos antes de la hora señalada, allí le esperaba yo, a una distancia prudencial. Cuando la vi salir, clavé mis ojos en ella, con una mezcla de deseo y nerviosismo que llegaba hasta la punta de mis dedos, fríos pese al calor de una tarde de agosto. Me acerqué a ella, que se encontraba distraída, y, sin subir demasiado la voz, la llamé "iste". Ella se giró como un rayo y una mirada de extrañeza y reconocimiento me recorrió todo el cuerpo. "¿Vulcano?".

Sin mediar palabra, la cogí de la mano y comenzamos a andar. Todo estaba preparado. En un hotel cercano, de los más lujosos de la ciudad, nos aguardaba una habitación, una cama abierta y una botella de cava entre hielos.

Seguíamos sin hablar cuando subimos al ascensor. Yo la miraba ahora ya sin nerviosismo, sonriente, casi impaciente por lo que vendría.

Al llegar a la habitación, mientras ella se frotaba los ojos con estupor, yo abrí la botella de cava. Al minuto, la segunda copa del líquido dorado rodaba por nuestras gargantas.

El deseo se adueño de mí y agarrándola por la cintura la besé apasionadamente. Fui arrinconándola contra la mesa, para despojarle de su copa y la mía, y poder entregarnos a la pasión del momento.

Mis manos se deslizaron por debajo de su blusa, y ella, nerviosa comenzó a desabrocharse. La visión de su cuerpo desnudo hizo que un escalofrío, augurio de placer, recorriera mi espalda.

Comencé a besarla, sin dejar nada un espacio de su piel. Su cuello, su pecho, ahora mordisqueando el pezón suavemente, ahora recorriendo la curva de su seno con la punta de mi lengua.

Pronto me encontraba arrodillado frente a ella, lamiendo sus muslos, sintiendo el calor de su entrepierna cerca de mi nariz. Con la punta de la lengua, rocé su clítoris y noté como se estremecía.

Esto merecía una posición mucho más cómoda, así que la tumbé en la cama. Me sorprendió con un "desnúdate". Yo obedecí deprisa, sin mostrarme torpe, y sonreí cuando observe una mirada de aprobación que no pudo esconder.

Cuando terminé, abrió sus piernas y sus ojos decían "continúa, por favor". No había nada que quisiera más que seguir el trabajo empezado, así que me sumergí, separando sus labios con los míos, introduciendo mi lengua con delicadeza, frotando con mis dedos su clítoris húmedo.

Continuamos así un tiempo indeterminado, ella gimiendo y acariciándome la cabeza, hasta que por fin, me levantó con sus manos y me dijo "ven".

Me tumbé a su lado besándola, acariciándola sin parar, disfrutando de su cuerpo. Ella primero apretó mi cuerpo fuertemente contra el suyo, clavándome los dedos en el culo, como si quisiera fusionarse conmigo. Luego me separó, buscó bajo mi estómago y comenzó a mover su mano.

Notaba como cada movimiento de su mano nos acercaba más y más al momento más dulce, mientras yo, incapaz de mirar su cuerpo y estar quieto, lamía de nuevo sus pechos.

Por fin, nos miramos, y sin decir ni palabra, el baile empezó. A esas alturas, y en pleno agosto, nuestros cuerpos se encontraban totalmente empapados, de manera que nos deslizábamos el uno contra el otro, rítmica y acompasadamente.

Y el tiempo voló, mientras dimos cien vueltas a la cama, disfrutando el uno del otro.

La escena se repitió, hasta que por fin, los dos nos encontramos saciados. Así, de nuevo sin mediar palabra, me vestí, la besé y me marche, dejándola en la habitación vestida únicamente con su dulce sonrisa.

Publicado por Vulcano en http://venusiano.blogspot.com

Me deslizo entre tus sábanas, recorro suavemente tus pies con mis dedos libertinos, siguiendo delicadamente la línea de tus piernas... llego a tu cintura, me detengo por un momento, con mi aliento saboreo la rica esencia de tu cuerpo, hago a un lado mis manos para darle oportunidad a mis labios, con sigilo llego a tu ombligo, con besos tiernos abro la cavidad de tu sexo, núcleo del placer... tu cuerpo se acelera, con respiraciones ondas y profundas, clamas ser amada, cierras los ojos y la agitación de tu cuerpo es incontenible, anuncia el clímax largamente ansiado.
Nos fundimos en un abrazo, nuestros labios se unen en un beso enardecido... Descansas tu cabeza en mi pecho... agotada, satisfecha... Complacida.

Medea

viernes, 30 de mayo de 2008


Desnudo mi pensamiento
a la sombra de la luna.
Gritando en silencio
la frase podridamente
repetida que termina adormecida en pos de la razón.


Medea

miércoles, 28 de mayo de 2008



"Tú disparas para encontrarte,
yo lo hago para desaparecer.
La perfección es perderse;
Para perderse hay que amar;
Tú no amas,
tú rompes,
tú asesinas,
y nadie te ama.
Porque cuando crees que das,
en realidad estás tomando."




Alejandro Jodorowsky
"El topo"

Sin piel

¡Ya sé! Llegó la hora de archivar el corazón...
De hacer con la ilusión, que no me va a servir
un lindo paquetito con una cinta azul,
guardarlo en el baúl y no volverlo a abrir...
Es hora de matar los sueños,
es hora de inventar coraje
para iniciar el largo viaje
por un gris paisaje...
¡sin amor!

Voy a aprender a llorar sin sufrir,
sin detenerme a mirar una flor,
a encallecer lentamente
¡igual que la gente sin alma y sin voz!
Voy a entender que se puede morir,
y latir... al compás del reloj;
como una máquina fiel
igual que un robot...
¡sin piel!

Después de haber sentido hasta el dolor.. a los demás,
de darme sin medir, de amar sin calcular,
llegó la indiferencia metiéndose en mi piel
pacientemente cruel, ¡matando mi verdad!
Saber que no me importa nada...
de alguna vibración pasada;
y caminar narcotizado
por un mundo helado...
¡sin amor!

Tango
Letra y Música:
Eladia Blázquez

martes, 20 de mayo de 2008




Que hermosa alborada para pensar que la paloma sigue aquí...
pero llega la noche y el frío de la ausencia es el sepulcro de mis sueños suicidados.






Medea


Te he buscado desesperadamente en las noches de insomnio.
Te has perdido entre las lágrimas y la locura.
Marcho día y noche entre esfinges caídas ante mis ojos,
arrastrando la sombra de mi ser en el adoquín de esta ciudad putrefacta.
Y te he buscado desesperadamente
porque sólo tú salvas del llanto y la locura a esta mendiga y la haces reina coronada por tus manos.





Medea

Los años han pasado y el reflejo del amante perdido se ha desvanecido.

En tu piel marchita, huellas ondas ha dejado el agua salina que derraman tus ojos cristalinos.
Miras al espejo y ves sólo un corazón herido.





Medea