dejo mi nombre y mi rostro,
mi cuerpo y mi voz.
Nada sirve al lugar donde voy.
Allí deje de ser para serte...
Allí mi cadáver no tiene tumba...
Allí la voz se hundió en el silencio
y el alma fue testigo de muertes entre humos y cenizas.
Parto.
Excluida de tu mirada me alejo bajo la piel enamorada
con las promesas acuestas y el dolor como estandarte.
Medea
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