viernes, 31 de octubre de 2008

Nada... (I)

Nada. Dejó se ser para serle y ahora nada. Enclaustrada en su ser crea noches artificiales para lamerse las heridas y exhalar lamentaciones. Vive entre el sueño y la realidad, aunque a veces parezca una pesadilla.
La noche y el día se confunden entre los cafés y los cigarrillos. Las historias son pasajeras y las charlas son tiradas a la basura al sacudir los manteles.
El tiempo dejó de ser tiempo, viejos almanaques dan la razón, y la espera es un motivo para partir. Las ausencias corporales de entes que se cruzaron por su camino, son diapositivas borrosas de un pasado obligado a no ser recordado.
El camino no es largo, es alargado forzosamente por unos pasos aletargados… cansados. La mirada ya no está en el camino, esta ausente, distante, perdida. Ya no mira la luna, ya no se sorprende con el brillo de las farolas. Busca la aniquilación que le fue prohibida en otro tiempo pero la lentitud de la sangre en sus venas le recuerda que vive en la estación de la opacidad autocondenada.
Paso a paso va arrastrándose por las entrañas de la tierra. Mezclándose entre las multitudes… desaparece, dejando pedazos de piel putrefacta tras su andar.
Inevitablemente retorna sobre sus pasos tras el diáfano cristal. Espera, no sabe lo que espera pero espera. Se sabe hija de la soledad, obligada a seguir narrando una historia sin final.
Medea

viernes, 24 de octubre de 2008

Nena, que siempre brille tu mirada…

La nostalgia danza a tu alrededor.
Olvida el ayer, son cadenas humeantes que laceran la piel.
Sombras cotidianas, ciclos vacíos de amargura y miedo.
Tu voz romperá el silencio y brotará la espuma agónica del presente.
Nada esta dicho.
El hoy es una palabra de melancólica esperanza que envuelven tus deseos.
Allá, a lo lejos, se vislumbra el futuro.
Distantes luces que anuncian tu camino.
Sueños místicos donde sólo tú reinaras.
Dueña absoluta de tu libertad.

Medea