Aquí todo ha desaparecido. El día y la noche se difuminan en los ojos de la fotografía borrosa que guardo con celo en el bolsillo roto de mi pantalón.
Te fuiste, pequeña niña mía, y te convertiste en ausencia y dolor. Dejaste vacíos estos brazos cansados de ceñirse a tu cintura, tu perfume en el viento se disperso y tu voz se convirtió en recuerdo.
Dueles pequeña, porque regresaras olvidadiza y con tatuajes de besos de amantes prófugos en tu piel.
Sí, dueles porque regresaras fuerte pues creciste con mi agonía cada día…
Medea