Aquí estoy, contemplando las noches y sus lunas,
deshilando los retazos de la memoria.
Arañando las heridas expuestas,
heridas que sangran hasta volverse llagas y rostros,
rostros innombrables de seres fragmentados.
El tiempo transcurre lentamente,
caen las horas como goteras.
La estúpida gota del tiempo va cayendo
y cayendo
y cayendo.
Entre los ecos mudos del silencio,
exhalando la nostalgia,
se dimensionan las sombras,
sombras crueles como la amargura de la vida.
Y aquí estoy, con una tristeza insoportable,
en medio del torbellinos de recuerdos y grafías,
con unas ansias secretas de llorar,
llorar y llorar y llorar por este corazón agrietado que flota en su propio veneno.
Medea