sábado, 22 de noviembre de 2008

Hundida en el rincón de lo prohibido ahogo los recuerdos y añoranzas en el café y los cigarrillos. Afuera los cuerpos van y viene, historias pasajeras de un rato de ocio.
Aquí todo ha desaparecido. El día y la noche se difuminan en los ojos de la fotografía borrosa que guardo con celo en el bolsillo roto de mi pantalón.
Te fuiste, pequeña niña mía, y te convertiste en ausencia y dolor. Dejaste vacíos estos brazos cansados de ceñirse a tu cintura, tu perfume en el viento se disperso y tu voz se convirtió en recuerdo.
Dueles pequeña, porque regresaras olvidadiza y con tatuajes de besos de amantes prófugos en tu piel.
Sí, dueles porque regresaras fuerte pues creciste con mi agonía cada día…

Medea

No hay comentarios: